Contenidos de historia de España de 2º de bachillerato. Concretamente historia contemporánea de los siglos XIX y XX. Se inicia con la crisis del antiguo régimen y la guerra de la independencia y finaliza con la transición democrática y los gobiernos de la democracia. Para ponerse en contacto conmigo el correo electrónico es galohs@gmail.com

jueves, 29 de enero de 2009

TEMA 2: EL REINADO DE ISABEL II

EL REINADO DE ISABEL II (1833 – 1868)

LA MINORÍA DE EDAD: LAS REGENCIAS (1833 – 1843)

La oposición al sistema liberal: las guerras carlistas. La cuestión foral

La oposición al sistema liberal: las Guerras Carlistas. La cuestión foral
El problema sucesorioEn los últimos años de la vida de Fernando VII, en octubre 1830, nació Isabel de Borbón. Finalmente el rey había conseguido tener descendencia con su cuarta esposa, Maria Cristina de Borbón. Unos meses antes del parto, en previsión de que el recién nacido no fuera varón, el rey aprobó la Pragmática Sanción por la que se abolía la Ley Sálica de 1713 que excluía del trono a las mujeres. Carlos Mª Isidro, hermano del rey y hasta ese momento su sucesor, vio cerrado su camino al trono. Carlos no aceptó los derechos de su sobrina al trono.

La primera guerra carlista (1833-1839)Inmediatamente después de conocerse la muerte de Fernando VII, en septiembre de 1833, se iniciaron levantamientos armados a favor del pretendiente Carlos. Comenzaba una larga guerra civil que iba a durar siete años.El conflicto sucesorio escondía un enfrentamiento que dividió política y socialmente al país.
En el bando isabelino se agruparon las altas jerarquías del ejército, la Iglesia y el estado, y a ellos se unieron los liberales, que vieron en la defensa de los derechos dinásticos de la niña Isabel la posibilidad del triunfo de sus ideales.En el bando carlista se agruparon todos los que se oponían a la revolución liberal: pequeños nobles rurales, parte del bajo clero y muchos campesinos de determinadas zonas del país, muy influenciados por los sermones de sus párrocos y para los que el liberalismo venía a suponer simplemente un aumento de impuestos.. Todos estos grupos identificaron sus intereses con la defensa de los derechos al trono de Carlos y los ideales que el pretendiente defendía, el absolutismo y el inmovilismo absoluto. Ya durante el reinado de Fernando VII, en torno a Carlos se había agrupado los denominados "apostólicos", núcleo del absolutismo más intransigente.
El carlismo, como pronto se empezó a llamar al movimiento que apoyaba los derechos de Carlos de Borbón, tuvo fuerte influencia en Navarra, País Vasco, zona al norte del Ebro, y el Maestrazgo, en las provincias de Castellón y Teruel. Esta distribución geográfica debe de contemplarse en el contexto de un conflicto campo-ciudad. En la zona vasco-navarra, Bilbao, Pamplona o San Sebastián fueron liberales a lo largo de todo el conflicto..El programa ideológico-político del carlismo se podía sintetizar en el lema “Dios, Patria, Fueros, Rey”. Estos son los principales elementos de su programa político:
Oposición radical a las reformas liberales. Inmovilismo
Defensa de la monarquía absoluta
Tradicionalismo católico y defensa de los intereses de la Iglesia
Defensa de los fueros vasco-navarros, amenazados por las reformas igualitarias y centralistas de los liberales:
Instituciones propias de autogobierno y justicia
Exenciones fiscales
Exenciones de quintas
La guerra en el terreno bélico tuvo dos grandes personajes: el carlista Zumalacárregui, muerto en el sitio de Bilbao en 1835, y el liberal Espartero. Tras unos primeros años de incierto resultado, a partir de 1837, las derrotas carlistas fueron continuas y Don Carlos terminó huyendo a Francia.
La guerra concluyó con el denominado Convenio o Abrazo de Vergara (1839). Acuerdo firmado por Espartero y Maroto, principal líder carlista tras la muerte de Zumalacárregui. En el acuerdo se reconocieron los grados militares de los que habían luchado en el ejército carlista y se hizo una ambigua promesa de respeto de los fueros vasco-navarros. En realidad, se mantuvieron algunos de los privilegios forales y se eliminaron otros.

La implantación del Estado liberal durante las regencias de Maria Cristina y Espartero (1833-1843)La identificación de liberales y seguidores de la RegenteAnte la minoría de edad de Isabel, María Cristina de Borbón asumió la Regencia a la muerte de su marido Fernando VII en 1833. Pese a que la Regente no se identificaba con su ideario, los liberales se configuraron como la única fuerza capaz de mantenerla en el trono. Así, Maria Cristina llamó a Martínez de la Rosa, un liberal moderado, a formar un gobierno que hiciera frente a la insurrección carlista. Martínez de la Rosa emprendió una serie de reformas muy moderadas. Entre ellas destacó el Estatuto Real en 1834.Se trata de una Carta Otorgada, concedida por la voluntad de la Regente, en la que se conceden algunas reformas:Se establecieron unas Cortes bicamerales formadas por la Cámara de Próceres, constituida por los Grandes de España y otros designados de forma vitalicia por el monarca, y la Cámara de Procuradores, elegida mediante un sufragio censitario muy restringido. Solo los varones de más de treinta años que poseyeran una renta superior a doce mil reales anuales tenían derecho de voto.Estas Cámaras tenían funciones muy limitadas. El monarca mantenía importantes poderes: podía convocar y suspender Cortes cuando quisiera y cualquier ley, además de la aprobación de las Cámaras necesitaba el consentimiento del rey (derecho de veto).
La escisión de los liberales
La insuficiencia de las reformas de Martínez de la Rosa, en un contexto de guerra civil contra los carlistas, llevó a que los liberales terminaran por escindirse en dos grupos: moderados y progresistas. La guerra civil culminó la división del liberalismo español, iniciada en el Trienio Liberal.Los liberales progresistas, antiguos exaltados, mantendrán hasta 1868 el siguiente ideario:
Limitación del poder de la Corona
Ampliación del sistema de libertades
Defensores de reformas radicales como la desamortización de los bienes eclesiásticos y de los ayuntamientos.
Ampliación del cuerpo electoral. Defienden un voto censitario más amplio.
Elección popular de alcaldes y concejales en los ayuntamientos.
Liberalismo económico y reducción de la protección arancelaria.
Constitución de un cuerpo armado, la Milicia Nacional, como garante de las libertades.
Los progresistas concentraron su apoyo social en las clases medias urbanas: artesanos, tenderos, empleados...
Sus principales dirigentes fueron Espartero, Mendizábal, Madoz, Olózaga y Prim.
A lo largo del reinado de Isabel II y la regencia de su madre María Cristina solo estuvieron en el poder durante breves períodos: 1835-1844 y 1854-56 (Bienio progresista). La mejor concreción de su programa fue la Constitución de 1837.
Hacia 1849 sufrieron una escisión por su izquierda, naciendo el Partido Demócrata. Que defendían el sufragio universal, la asistencia social estatal y una amplia libertad de asociación.Los liberales moderados, antiguos doceañistas en el Trienio, plantearon un programa mucho más conservador:
Orden y autoridad fuerte: fortalecimiento del poder del rey y restricción de las libertades.
Rechazo de las reformas que pusieran en cuestión sus propiedades, veían el exceso de libertad como un peligro al poder ser utilizada por las clases populares. No obstante, tras las desamortizaciones realizadas por los progresistas, no trataron de devolver sus propiedades al clero o a los ayuntamientos.
Sufragio censitario restringido.
Designación de los ayuntamientos por el gobierno central.
Supresión de la Milicia Nacional.
Este programa se concretó en la Constitución de 1845, Ley de Ayuntamientos de 1845 y Ley Electoral de 1846. Su apoyo social residía en las clases altas del país: terratenientes, grandes industriales, burguesía financiera y comercial. Sus principales dirigentes fueron Martínez de la Rosa, el general Narváez y Alejandro Mon.

La Constitución de 1837En contexto de guerra civil, tuvo lugar en 1836 la "Sargentada de la Granja". Los sargentos de la Guardia Real obligaron a la Reina Regente que descansaba en el palacio de la Granja a suspender el Estatuto Real y proclamar la Constitución de 1812.
María Cristina tuvo que llamar a los progresistas al poder con Mendizábal. Una vez en el gobierno, dándose cuenta de que la Constitución de 1812 era inaceptable para los moderados, iniciaron un proceso de reforma de la Constitución de Cádiz, buscando el compromiso con los moderados mediante una serie de concesiones.El nuevo texto constitucional tuvo las siguientes características:
Se establecía, sin lugar a dudas, el principio de la soberanía nacional.
El Estado se organizaba siguiendo la división de poderes:
Cortes bicamerales: Congreso de los Diputados y Senado
Todas las leyes aprobadas por ambas cámaras
El Senado nombrado por el rey, tras elección de una terna por el cuerpo electoral.
Poder ejecutivo: el Rey.
Otros poderes del monarca:
Iniciativa legislativa.
Veto ilimitado
El rey designaba a senadores y nombramiento de ministros. Los ministros debía conseguir la “doble confianza”, además de ser nombrados por el rey debían ser aceptados por las Cortes.
En caso de desacuerdo, el rey podía adoptar la disolución de las Cortes.
Se recogían diferentes derechos individuales y libertad de imprenta.
No se prohibían otras religiones. El Estado se comprometía a subvencionar al clero expropiado con las desamortizaciones.
En 1837, fuera de la Constitución que no determinaba el tipo de sufragio, se aprobó una ley electoral que estableció el voto censitario masculino. Tenían derecho de voto:
Los mayores contribuyentes (cuota impositiva mínima directa)
Varones de determinado nivel intelectual: miembros de las Reales Academias, profesores de la enseñanza pública, doctores, licenciados, curas párrocos (“capacidades”)
En total unos 240.000 varones de más de 25 años 1/58 de la población… aún así, el fraude electoral era la norma La caída de María Cristina y el rápido fracaso de la regencia de EsparteroLa oposición de la Regente a la Ley de Ayuntamientos de 1840 (elección alcaldes y concejales) , unido a diversos problemas ligados a la vida privada María Cristina la forzaron a renunciar y a marchar fuera del país. En su ausencia se nombró a un nuevo Regente: el General Espartero (1841-1843).Durante su corta regencia, se aceleró la desamortización de los bienes eclesiásticos y se recortaron los fueros vasco-navarros.
La firma de un acuerdo librecambista con Inglaterra engendró grandes protestas en Barcelona que fueron duramente reprimidas. El bombardeo de la ciudad llevó a que Espartero perdiera todo su popularidad, incluso entre los propios progresistas.
Finalmente, una sublevación militar organizada por los moderados, a la que se unieron algunos progresistas, precipitó el fin de la Regencia de Espartero. Para salir del impasse político en el que se hallaba el país, las nuevas autoridades aceleraron, pese a tener solo catorce años, la coronación como reina de Isabel II.





La implantación del Estado liberal durante las regencias de Maria Cristina y Espartero (1833-1843)La identificación de liberales y seguidores de la RegenteAnte la minoría de edad de Isabel, María Cristina de Borbón asumió la Regencia a la muerte de su marido Fernando VII en 1833. Pese a que la Regente no se identificaba con su ideario, los liberales se configuraron como la única fuerza capaz de mantenerla en el trono. Así, Maria Cristina llamó a Martínez de la Rosa, un liberal moderado, a formar un gobierno que hiciera frente a la insurrección carlista. Martínez de la Rosa emprendió una serie de reformas muy moderadas. Entre ellas destacó el Estatuto Real en 1834.Se trata de una Carta Otorgada, concedida por la voluntad de la Regente, en la que se conceden algunas reformas:Se establecieron unas Cortes bicamerales formadas por la Cámara de Próceres, constituida por los Grandes de España y otros designados de forma vitalicia por el monarca, y la Cámara de Procuradores, elegida mediante un sufragio censitario muy restringido. Solo los varones de más de treinta años que poseyeran una renta superior a doce mil reales anuales tenían derecho de voto.Estas Cámaras tenían funciones muy limitadas. El monarca mantenía importantes poderes: podía convocar y suspender Cortes cuando quisiera y cualquier ley, además de la aprobación de las Cámaras necesitaba el consentimiento del rey (derecho de veto).
La escisión de los liberales
La insuficiencia de las reformas de Martínez de la Rosa, en un contexto de guerra civil contra los carlistas, llevó a que los liberales terminaran por escindirse en dos grupos: moderados y progresistas. La guerra civil culminó la división del liberalismo español, iniciada en el Trienio Liberal.Los liberales progresistas, antiguos exaltados, mantendrán hasta 1868 el siguiente ideario:
Limitación del poder de la Corona
Ampliación del sistema de libertades
Defensores de reformas radicales como la desamortización de los bienes eclesiásticos y de los ayuntamientos.
Ampliación del cuerpo electoral. Defienden un voto censitario más amplio.
Elección popular de alcaldes y concejales en los ayuntamientos.
Liberalismo económico y reducción de la protección arancelaria.
Constitución de un cuerpo armado, la Milicia Nacional, como garante de las libertades.
Los progresistas concentraron su apoyo social en las clases medias urbanas: artesanos, tenderos, empleados...
Sus principales dirigentes fueron Espartero, Mendizábal, Madoz, Olózaga y Prim.
A lo largo del reinado de Isabel II y la regencia de su madre María Cristina solo estuvieron en el poder durante breves períodos: 1835-1844 y 1854-56 (Bienio progresista). La mejor concreción de su programa fue la Constitución de 1837.
Hacia 1849 sufrieron una escisión por su izquierda, naciendo el Partido Demócrata. Que defendían el sufragio universal, la asistencia social estatal y una amplia libertad de asociación.Los liberales moderados, antiguos doceañistas en el Trienio, plantearon un programa mucho más conservador:
Orden y autoridad fuerte: fortalecimiento del poder del rey y restricción de las libertades.
Rechazo de las reformas que pusieran en cuestión sus propiedades, veían el exceso de libertad como un peligro al poder ser utilizada por las clases populares. No obstante, tras las desamortizaciones realizadas por los progresistas, no trataron de devolver sus propiedades al clero o a los ayuntamientos.
Sufragio censitario restringido.
Designación de los ayuntamientos por el gobierno central.
Supresión de la Milicia Nacional.
Este programa se concretó en la Constitución de 1845, Ley de Ayuntamientos de 1845 y Ley Electoral de 1846. Su apoyo social residía en las clases altas del país: terratenientes, grandes industriales, burguesía financiera y comercial. Sus principales dirigentes fueron Martínez de la Rosa, el general Narváez y Alejandro Mon.
La Constitución de 1837En contexto de guerra civil, tuvo lugar en 1836 la "Sargentada de la Granja". Los sargentos de la Guardia Real obligaron a la Reina Regente que descansaba en el palacio de la Granja a suspender el Estatuto Real y proclamar la Constitución de 1812.
María Cristina tuvo que llamar a los progresistas al poder con Mendizábal. Una vez en el gobierno, dándose cuenta de que la Constitución de 1812 era inaceptable para los moderados, iniciaron un proceso de reforma de la Constitución de Cádiz, buscando el compromiso con los moderados mediante una serie de concesiones.El nuevo texto constitucional tuvo las siguientes características:
Se establecía, sin lugar a dudas, el principio de la soberanía nacional.
El Estado se organizaba siguiendo la división de poderes:
Cortes bicamerales: Congreso de los Diputados y Senado
Todas las leyes aprobadas por ambas cámaras
El Senado nombrado por el rey, tras elección de una terna por el cuerpo electoral.
Poder ejecutivo: el Rey.
Otros poderes del monarca:
Iniciativa legislativa.
Veto ilimitado
El rey designaba a senadores y nombramiento de ministros. Los ministros debía conseguir la “doble confianza”, además de ser nombrados por el rey debían ser aceptados por las Cortes.
En caso de desacuerdo, el rey podía adoptar la disolución de las Cortes.
Se recogían diferentes derechos individuales y libertad de imprenta.
No se prohibían otras religiones. El Estado se comprometía a subvencionar al clero expropiado con las desamortizaciones.
En 1837, fuera de la Constitución que no determinaba el tipo de sufragio, se aprobó una ley electoral que estableció el voto censitario masculino. Tenían derecho de voto:
Los mayores contribuyentes (cuota impositiva mínima directa)
Varones de determinado nivel intelectual: miembros de las Reales Academias, profesores de la enseñanza pública, doctores, licenciados, curas párrocos (“capacidades”)
En total unos 240.000 varones de más de 25 años 1/58 de la población… aún así, el fraude electoral era la norma La caída de María Cristina y el rápido fracaso de la regencia de EsparteroLa oposición de la Regente a la Ley de Ayuntamientos de 1840 (elección alcaldes y concejales) , unido a diversos problemas ligados a la vida privada María Cristina la forzaron a renunciar y a marchar fuera del país. En su ausencia se nombró a un nuevo Regente: el General Espartero (1841-1843).Durante su corta regencia, se aceleró la desamortización de los bienes eclesiásticos y se recortaron los fueros vasco-navarros.
La firma de un acuerdo librecambista con Inglaterra engendró grandes protestas en Barcelona que fueron duramente reprimidas. El bombardeo de la ciudad llevó a que Espartero perdiera todo su popularidad, incluso entre los propios progresistas.
Finalmente, una sublevación militar organizada por los moderados, a la que se unieron algunos progresistas, precipitó el fin de la Regencia de Espartero. Para salir del impasse político en el que se hallaba el país, las nuevas autoridades aceleraron, pese a tener solo catorce años, la coronación como reina de Isabel II.

EL REINADO DE ISABEL II (1843 – 1868)

La Década Moderada (1844-1854)
Tras acceder al trono al adelantarse su mayoría de edad en noviembre de 1843, Isabel II mostró desde un principio su preferencia por los moderados, dejando fuera del juego político al partido progresista. Se abría un largo período de predominio moderado. Los progresistas optaron. o por el retraimiento, negándose a participar en unas consultas electorales claramente amañadas, o por la preparación de pronunciamientos apoyados por insurrecciones populares.
En mayo de 1844 se formó un gabinete presidido por el General Narváez, la gran figura de los moderados. Estas fueron las principales medidas que se adoptaron durante la siguiente década:
Creación en 1844 de la Guardia Civil, fuerza armada encargada de aplicar la ley y orden esencialmente en el medio rural. Como medida complementaria se suprimió la Milicia Nacional.
Ley de Ayuntamientos de 1845, que reforzaba el centralismo reservando al gobierno el nombramiento de los alcaldes.
Reforma del sistema fiscal de 1845, elaborada por Alejandro Mon. Se estableció un nuevo sistema fiscal más racional, eficaz y moderno, que puso fin al enrevesado sistema impositivo del Antiguo Régimen.
Ley Electoral de 1846 que configura un verdadero régimen oligárquico. Se estableció un sufragio muy restringido que limitó el cuerpo electoral a 97.000 varones mayores de más de 25 años, lo que suponía el 0.8% del total de la población.
Concordato de 1851. Acuerdo con la Santa Sede por el que el Papa reconoció a Isabel II como reina y aceptó la pérdida de los bienes eclesiásticos ya desamortizados. A cambio el estado español se comprometió a subvencionar a la Iglesia y a entregarla el control de la enseñanza y a encargarla labores de censura.
La Constitución de 1845
De carácter moderado, se diferencia de la de 1837 en una serie de aspectos esenciales:
Soberanía compartida del Rey y las Cortes. Esto se concreta en un poder legislativo compartido por ambas instituciones y en una clara preeminencia de la Corona en el proceso político.
Confesionalidad del Estado: “La religión de la nación española es la religión católica”.
Recorte de los derechos individuales, especialmente la libertad de expresión.
Del Bienio Progresista a la "Revolución Gloriosa" (1854-1868)
El Bienio progresista (1854-1856)
El poder cada vez más dictatorial de Narváez propició un creciente descontento que culminó en un pronunciamiento de complejo desarrollo. Iniciado por el general O'Donnell en Vicálvaro, el golpe militar se radicalizó tras la publicación por los rebeldes del denominado Manifiesto de Manzanares, lo que hizo que consiguiera un amplio respaldo popular y animó a otros generales a unirse a la rebelión. Finalmente el golpe triunfó y propició la formación de un gobierno presidido por el progresista Espartero.
La otra gran figura del gobierno, el general O'Donnell creó un nuevo partido, la Unión Liberal, que trató de cubrir un espacio de centro entre moderados y progresistas, aunque gobernó junto a estos en el inicio del bienio.
Durante este corto período destacaron las siguientes medidas:
La desamortización general de Madoz en 1855 que culminó el proceso desamortizador, con los bienes de los municipios.
Unas nuevas Cortes Constituyentes iniciaron la elaboración de una nueva constitución más progresista que no llegó a aplicarse.
Se adoptaron medidas para propiciar la modernización económica del país como la Ley de Ferrocarriles de 1855.
La vuelta de los moderados al poder (1856-1858)
La agitación social creciente provocó la ruptura entre Espartero y O'Donnell. Nombrado el líder de la Unión Liberal presidente del gobierno en julio de 1856 se inició un proceso de revisión de la labor del bienio que finalmente trajo la vuelta de Narváez y los moderados al poder en octubre de 1856. Se volvía así al régimen moderado de la Constitución de 1845.
La Unión Liberal de O’Donnell (1858-1863)
Tras un período de dos años con Narváez y los moderados (1856-1858), O’Donnell y la Unión Liberal volvieron al poder en 1858. Esta época estuvo marcada por la euforia económica ("boom" de los ferrocarriles) y por el intervencionismo exterior: guerra de Marruecos (1859-1860), intento fallido de recuperar Santo Domingo, expedición a México, guerra contra Perú y Chile... Esta amplia actividad bélica apenas dio ningún resultado práctico para el país.
La vuelta de los moderados (1863-1868)
La vuelta de Narváez al poder en 1863 marca el inicio del período terminal del partido moderado. La inestabilidad política y la deriva autoritaria de los gobiernos caracterizaron una etapa en la que la bonanza económica llegó a su fin tras la crisis económica de 1864.
Los intentos de insurrección como el motín de San Gil en Madrid en 1866 fueron duramente reprimidos. El creciente autoritarismo del anciano Narváez llevó a la formación del Pacto de Ostende: unionistas, progresistas y republicanos se aliaron para derribar a Isabel II y el régimen moderado.

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